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1872- EL EXTRAÑO CASO DEL BERGANTIN MARY CELESTE Un experimentado capitán y su tripulación abandonan su barco muy cerca de las islas Azores sin motivo aparente, desapareciendo para siempre. Un enigma mayor hasta hoy, en la historia naval.
Los sucesos a partir del 4 de diciembre "El Dei Gratia llevaba unos 20 días de navegación cuando avistó aquel extraño bergantín y enmendó rumbo para ponerse al habla con él. En aquellos días de largas travesías por el océano, cualquier encuentro con otro barco constituía una ocasión de romper la monotonía, y Morehouse se alegró muy especialmente al reconocer en él a la Celeste, el barco de su amigo Briggs. Pero esta alegría pronto se transformó en extraña sorpresa. En la caña de la Celeste no se veía a nadie; claramente podía apreciarse a medida que ambos barcos se aproximaban. Esto justificaba su navegación errante, al no haber nadie sobre cubierta para gobernar y mantener el barco sobre su rumbo. Quizá todo el mundo se encontraba bajo cubierta enfermo, empezando por su viejo amigo Briggs, entre ellos. ¿Estarían atacados por la peste? Hizo repetidas señales, pero no recibió contestación, y por último hizo una señal de urgencia. Muy cerca ya, Morehouse utilizó su megáfono y gritó: —¡Ah, del Celeste\ La potente voz despertó diversos ecos sobre el mar, pero nadie contestó. Morehouse repitió una y otra vez sus gritos, sin obtener el menor resultado. Ordenó echar un bote al agua y que su contramaestre Oliver Deveau y dos hombres lo tripularan. Las palas de los remos chapotearon en el agua mientras Morehouse se apoyaba en la regala del Dei Grafio, y con una mirada de alarma y temor contemplaba al Mary Celeste que se movía a la ventura y borneaba a cada impulso del viento. De nuevo comprobó que el Celeste estaba portando de estribor (navegando al Oeste), en tanto que su foque estaba cazado en contra. Únicamente este foque y la trinquetilla estaban dados, el velacho bajo estaba cargado y el resto de las velas aferradas. Mientras el bote se acercaba al costado del Celeste seguía preguntándose qué podía ocurrirle al capitán Briggs para dejar la caña sin vigilancia y el barco navegando libremente sin nadie en cubierta. ¿Cuál sería la explicación? Pero no tardó en saberla. No había nadie a bordo; el Celeste estaba abandonado. Deveau y sus hombres pasaron bajo la popa del bergantín goleta, bajo el escudo con el nombre pintado artísticamente (Mary Celeste-~New York). Fueron palmeando por la borda hacia proa y saltaron a cubierta por los cadenotes, dejando a un hombre en el bote amarrado al costado. En cubierta «no había nada, ni nadie», y abajo ocurría lo mismo. Deveau procedió a inspeccionar el barco. «La primera cosa» que hizo fue «examinar las bombas, que encontró en buen estado» y señalaban una profundidad de un metro de agua en la bodega. La «caseta de proa y la de la bodega estaban ambas abiertas (con la tapa de escotilla tirada en cubierta y vuelta hacia arriba cerca de la entrada a la bodega) y la bitácora estaba derribada y con su aguja rota. Había gran cantidad de agua entre cubiertas y la caseta de proa estaba llena de agua hasta la brazola. El chinchorro — el único bote que quedaba a bordo cuando el Celeste partió de Nueva York — había desaparecido de su emplazamiento sobre la escotilla principal y una sección del pasamanos de babor, que al parecer había sido quitada para arriar el bote, aún estaba tirada sobre cubierta. Los palos, al igual que los respetos, se encontraban en buen estado; el aparejo se hallaba en gran desorden y parte de la maniobra de babor había desaparecido. [...] Ocurría otra circunstancia anormal: seis portillos se abrían en la caseta de popa, «dos en el camarote del capitán, el del contramaestre, el W.-C., uno en el pañol de víveres y otro mirando a la proa del barco, pero estaban todos tapados con lona y tablones». [...]
Había algo más: unas pocas palabras escritas en la pizarra de bitácora sobre la mesa del camarote, al parecer con la letra de Albert G. Richardson, el contramaestre del capitán Briggs. —Francis (sic), mi muy querida esposa, Francis N. R. [...] No existía ninguna documentación del barco a excepción del diario y de la pizarra de anotaciones del contramaestre. El sextante del capitán, el cronómetro y los libros de navegación habían desaparecido, no había ninguna corredera largada por popa o dispuesta para ser utilizada. En la caseta de proa se veían las mismas muestras de abandono repentino e inexplicable. [...]. en la cocina el agua estaba más alta que en los alojamientos, [...] en los cigarrones había gran cantidad de agua.(potable) [...] Esta primera inspección, aunque algo precipitada, convenció a Deveau de que además de no haber nadie a bordo del Mary Celeste, no existía ningún indicio que pudiera explicar el abandono del barco. Después de consultar con el capitán Morehouse a bordo del Dei Gratia, el contramaestre y dos hombres se comprometieron a poner en orden el aparejo del Celeste y conducir el barco a Gibraltar para ser tomado como salvamento. El capitán Morehouse de nuevo puso su barco al antiguo rumbo, y el primer capítulo del extraño caso del Mary Celeste quedó terminado. El Dei Gratia llegó a Gibraltar en la tarde del 12 de diciembre y el Celeste hizo lo mismo a la mañana siguiente. [...] Morehouse dio parte inmediatamente del salvamento a los armadores, y los aseguradores de Nueva York fueron notificados, tanto por Morehouse como por el cónsul americano Horatio J. Sprague, y mientras el capitán Winchester de Nueva York se preparaba para ir a Gibraltar, el tribunal del Almirantazgo en Gibraltar abrió un expediente y comenzó a tomar declaraciones. [...] El investigador principal era Mr. J. Solly Flood, que ostentaba el presuntuoso título de «Abogado general de Su Majestad y Procurador de la Reina en su delegación del Almirantazgo y Apoderado General de Gibraltar». [...] Estas inspecciones fueron seguidas más tarde por otra del capitán de navio R. W. Shufeldt, comandante del buque de guerra americano Plymouth, quien visitó el Celeste a requerimientos del cónsul americano Sprague, quien personalmente le acompañó en esta inspección y en enero el infatigable mister Flood hizo una nueva revisión del bergantín goleta,, ayudado por oficiales de marina y un ingeniero británicos."
"Solly Flood continuaba aferrado a su teoría de sangrientas violencias y terminó su informe (rendido al parecer antes de que el Dr. Patrón analizara las supuestas manchas de sangre) con el siguiente párrafo: —Mi opinión personal es la de que la dotación se emborrachó, y los hombres bajo la influencia del alcohol asesinaron al capitán Briggs, a su esposa, su hija y al contramaestre. Que después estropearon las amuras del barco con objeto de dar la apariencia de haber encallado en una roca o haber sufrido colisión, y así inducir al capitán de cualquier barco que pudiera recogerlos si los veía a alguna distancia, que no merecía la pena salvar el barco, y que en cualquier fecha entre el 25 de noviembre y el 5 de diciembre, huyeron a bordo de algún barco que se dirigía a América del Norte, del Sur o a cualquier puerto de las Antillas. Esta fue la teoría adoptada por las autoridades en aquellos días, aunque el capitán de navio Shufeldt se negó a aceptarla. [...] El departamento del Tesoro de los E.E. U.U., a la vista de los informes presentados por el cónsul Sprague y otros, decidió que la teoría de motín y asesinato debían ser tenidas en cuenta, y por lo tanto informó a los servicios de Aduanas de vigilar la aparición eventual de cualquier tripulante del Mary Celeste. [...] Nunca se supo nada de los que embarcaron en él en noviembre de 1872. El capitán Morehouse, que había mandado el Dei Gratia, murió en 1905. Hasta el fin creyó lo mismo que su hijo Harry y también el Dr. Cobb (sobrino de Briggs), que el Celeste fue abandonado en un momento de pánico incontrolado (probablemente debido al temor de una explosión de alcohol que se encontraba en la bodega) y que toda la gente se hundió en el chinchorro. [...] El caso del Mary Celeste, que ya en 1873 desconcertó a los investigadores (entonces inclinados a una explicación razonable), con el transcurso de los años se ha ido enmarañando hasta tal punto, que hoy en día se hace muy difícil distinguir entre lo que es real o pura fantasía."
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