Secuencia
1 Palabras del Predicador, hijo de David, rey en Jerusalén.
2 Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad. 3 ¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol? 4 Generación va, y generación viene; mas la tierra siempre permanece.
Introducción
- Límites y vicisitudes de la vida humana
- Lecciones de la experiencia, vanidad de la ciencia
- Vanidad de los placeres
- Vanidad de la sabiduría
- Vanidad de las riquezas
- Orden divino en el mundo
El plan divino
- Miserias de la vida
- El hombre y las bestias
- La opresión, la envidia, la avaricia y la posición social
- El verdadero culto
- Vanidad de las riquezas
- La vida practica
- La sanción
- Busqueda y desilusión
- Valor de la sabiduria
- El sabio y el tirano
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La vida práctica
7, 1. ¿Qué necesita el hombre andar inquiriendo cosas superiores a su capacidad, cuando ignora lo que le es conducente durante su vida, en el número de días de su peregrinación, y en el tiempo que pasa como sombra? ¿Ni quién podrá descubrirle lo que ha de suceder después de él debajo del sol?.
1. Más vale la buena reputación que los más preciosos perfumes; mejor es el día de la muerte que el día del nacimiento.
3. Mejor es ir a la casa del luto que a la casa del festín; pues en aquélla se recuerda el paradero de todos los hombres, y el que vive considera lo que le ha de suceder.
4. Mejor es la tristeza que la risa, porque con la tristeza del semblante se corrige el corazón del pecador.
5. Y el corazón de los sabios está donde hay tristeza, y el corazón de los necios donde hay diversión.
6. Más vale ser reprendido del sabio que seducido con las lisonjas de los necios;
7. Porque las risas del insensato son como el ruido de las espinas cuando arden debajo de la olla; y así también esto es vanidad.
8. La calumnia conturba al sabio y le hace perder la fortaleza de su corazón.
La sanción.
9. Mejor es el fin de una cosa que el principio. Mejor es el hombre sufrido que el arrogante.
10. No seas fácil en airarte, porque la ira se abriga en el corazón del insensato.
11. No digas: ¿De qué proviene que los tiempos pasados fueron mejores que los de ahora?; pues es ésta una pregunta necia.
12. La sabiduría con riquezas es más útil y aprovecha más a los hombres.
13. Porque como la sabiduría es un escudo, así lo es el dinero; pero la instrucción y la sabiduría tienen la ventaja de que dan vida a quien las posee.
14. Considera las obras de Dios. porque ¿quién podrá enderezar lo que él ha hecho torcido? (3, 11).
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Hechos y doctrinas
- La providencia inescrutable
- No hay garantia de premio por las obras
- Sobre la sabiduria
- La mansedumbre
- Sabiduria y necedad
- Los gobernantes
- Conclusion
- Invitacion a empresas prudentes
- Disfrutar de la vida
- Descripción de la vejez
- Epílogo
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Disfrutar de la vida
7. Dulce cosa es la luz y deleitable a los ojos el ver el sol.
8. Aunque viva un hombre muchos años, y en todos ellos contento, debe acordarse del tiempo de tinieblas y de la muchedumbre de días, llegados los cuales, quedarán convencidas de vanidad las cosas pasadas.
9. Gózate, pues, ¡oh joven!, en tu mocedad, disfruta de los bienes de tu alma en los días de tu juventud, sigue las inclinaciones de tu corazón y lo que agrada a tus ojos; pero sábete que de todas esas cosas te pedirá Dios cuenta en el día que te juzgue.
10. Arranca de tu corazón la melancolía y aleja el mal de tu cuerpo, puesto que la adolescencia y la juventud pasan pronto.
Epílogo
8. Vanidad de vanidades, dijo el Eclesiastés, y todo es vanidad.
9. El Eclesiastés, siendo sapientísimo, enseñó al pueblo, y refirió las cosas que había hecho, y filosofando compuso muchas parábolas.
10. Recogió sentencias provechosas y escribió documentos rectísimos y llenos de verdad.
11. Los dichos de los sabios son como aguijones, y como clavos hincados profundamente, y estos dichos ha dado el único pastor, mediante la enseñanza de los maestros.
12. Tú, hijo mío, no tienes que buscar cosa mejor que las dichas. Los libros se van multiplicando sin término, y la continua meditación es tormento del cuerpo.
13. Oigamos todos juntos el fin de este sermón: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos, porque esto es todo el hombre;
14. Que hará Dios dar cuenta en su juicio de todas las faltas, y de todo el bien y el mal que se habrá hecho.
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